El arte abstracto no necesita justificar la
representación de las figuras sino que tiende a utilizar un lenguaje visual
propio con unos significados variados.
Por tanto, este arte no se preocupa en que, por ejemplo una cara no le
salga muy bien, o una casa, o un cuerpo, o lo que se quiere pintar. Y con el paso del tiempo se ha convertido en
una fuente inagotable de ideas para los artistas de este siglo y nadie ahora se
atreve a dudar su existencia o identidad como arte propio.